Todo empezó con una auditoría que salió mal
En 2012, una pequeña empresa familiar de A Coruña nos contactó después de que una auditoría presupuestaria revelara desajustes de casi 40.000 euros. No era fraude ni mala gestión – simplemente, nadie les había enseñado cómo organizar sus números de manera que tuviera sentido para los auditores externos.
Ese caso nos hizo reflexionar. Las empresas no necesitaban consultores que les dijeran qué hacer mal. Necesitaban alguien que les enseñara a hacer las cosas bien desde el principio, con sistemas que funcionaran año tras año.
"Decidimos dejar de ser los que aparecían cuando todo iba mal y convertirnos en los que ayudan a que las cosas vayan bien desde el primer día."
Desde entonces, hemos trabajado con más de 200 empresas. Cada proyecto nos ha enseñado algo nuevo sobre cómo preparar presupuestos que resistan cualquier escrutinio externo. Y lo más importante: hemos aprendido que cada empresa tiene su propia personalidad financiera.